La pandemia del COVID-19 ha requerido el distanciamiento social para evitar su propagación en nuestra isla. Bajo esta estrategia, evitamos el contagio al limitar el contacto físico con otras personas. El distanciamiento social ha implicado también el aislamiento de personas sospechosas de infección, y hasta de ciudades y de naciones con alto nivel de contagio. Esta estrategia presenta un nuevo fenómeno social que tiene implicaciones para nuestra vida psíquica. A continuación exploramos el trasfondo de nuestro desarrollo social en relación al distanciamiento social programado.
Durante el periodo de gestación, la futura madre experimenta alteraciones significativas en su sistema hormonal, especialmente de la hormona oxitocina. Esta hormona está vinculada a nuestras reacciones de apego con nuestros hijos e hijas y a las relaciones sociales en general. A su vez, el infante trae consigo el andamiaje neuroquímico y neurofisiológico necesario para recibir la protección, los cuidos y el cariño de sus padres o cuidadores y vincularse en un sistema de apego.
Las investigaciones etológicas (conducta animal) y de psicología infantil nos ha permitido entender las relaciones de apego entre infantes y sus cuidadores. Estas investigaciones revelan que la salida de la madre del ambiente inmediato de su hijo produce reacciones emocionales; desde frustración hasta coraje. El modo como los niños/as reaccionan a la separación y al regreso de la madre correlaciona con su estilo de interacción interpersonal y futura visión de mundo.
Cuando aprendemos a entender las necesidades de nuestros hijos, a expresarles cariño y ternura, y a proveerles protección continua, creamos las condiciones para el desarrollo en ellos de una base de seguridad. Esa base segura permite el desarrollo de una personalidad estable. Desde esa base de seguridad, los menores desarrollan un sentido coherente y saludable de sí mismos que le orienta a su mundo interpersonal. Por lo tanto, somos el resultado de nuestras múltiples relaciones de apego con las personas significativas de nuestras vidas.
Esto implica que el distanciamiento social, aunque temporero, va en dirección contraria a lo que desde nuestra niñez dio base a nuestra identidad psicológica y a nuestro sentido de seguridad.
Afortunadamente gozamos de múltiples métodos para mantenernos conectados y mantener las relaciones de apego que nutren nuestra psiquis y nuestro sentido de bienestar. Tenemos como recurso los medios sociales, los teléfonos inteligentes, el internet y muchos otros modos virtuales de mantener contacto con nuestras personas significativas. A la vez, durante este aislamiento, tenemos la oportunidad de invertir más tiempo con nuestros seres significativos.
Este puede ser un momento de reconectarnos con aquellos seres de quienes nos hemos “desapegado” por el trajín de la vida. Esta puede ser una oportunidad para compartir y para agradecer los logros y las protecciones que hemos disfrutado de quienes nos han querido y protegido. Es una buena oportunidad para mantener el apego y la cercanía psicológica con nuestros seres queridos, aunque sea desde lo virtual.