El reto de crear el hábito del uso de las mascarillas en tiempos de reapertura

Sigue las recomendaciones para que te acostumbres a llevar este equipo de protección personal

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La mascarilla, ese equipo de protección personal cuyo uso ha sido recomendado para evitar el contagio por COVID-19 y que solo la mayoría la ha tenido que usar por periodos cortos de tiempo mientras van a comprar alimentos, a alguna cita médica o a recibir un servicio, se convertirá en un artículo de uso será prolongado con la reanudación operacional de los diferentes sectores.

La reapertura económica implicará, entre otras cosas, el uso de mascarillas en los diferentes espacios públicos y laborales en jornadas completas, lo que trae consigo muchos retos y barreras, aun cuando los puertorriqueños han tenido un comportamiento disciplinado y responsable al acatar las indicaciones para controlar la propagación del coronavirus, en comparación con otros países.

Al tratarse de una medida impuesta por las autoridades de la salud a la que no estamos totalmente acostumbrados, es natural que enfrentemos barreras y retos en el desarrollo del uso sistemático de la mascarilla. De acuerdo con el psicólogo de la salud, el doctor Julio Santana no habíamos tenido una situación de esta magnitud que generara un nuevo comportamiento, un nuevo hábito y una nueva rutina utilizando un dispositivo para protegerse del contagio.

“La mayoría de los comportamientos humanos surgen, se desarrollan y se consolidan sobre la base de la necesidad. Prácticamente, han transcurrido cerca de 100 años en que no ocurría una pandemia que justificara la necesidad del uso de mascarilla en Puerto Rico y toda la zona del Caribe”, expone el doctor Santana.

Además del reto ambiental, otra de las barreras ha sido el acceso a las mascarillas, que en un inicio escasearon y no habían suficientes para los médicos ni demás personal de la salud. Luego, la propia necesidad obligó que la gente desarrollara sus propias mascarillas y que empresas manufactureras comenzaran a producirlas.

Otra de las barreras que Santana plantea con el uso de la mascarilla es el asunto estético y de comodidad, además de eliminar la identidad y la diferenciación. “Estas generan incomodidades físicas con el uso de los espejuelos, el maquillaje y la barba, por ejemplo. Además, nos impide reconocernos y nos dificulta la respiración”, afirma.

“Por mucho tiempo, las mascarillas han sido sinónimo de elementos negativos, o todo lo que oculta la identidad. También han sido rechazadas porque la usan los enfermos, y no me quiero sentir como un enfermo, o la usan las personas que quieren ocultar sus rostros. Hay una connotación negativa de las mascarillas a nivel cultural”, explica Santana.

No obstante, a pesar de que existen unas barreras que son reales, el psicólogo resalta que la necesidad de salud, de proteger la vida y el prevenir el contagio del nuevo coronavirus va en contraposición a todos esos retos a los que los ciudadanos se enfrentan, por lo que se convierte en una razón de peso que “se comience a establecer un nuevo hábito de seguridad y protección que nunca hemos tenido”.

“Esta situación extraordinaria de proteger la salud, la vida y evitar la enfermedad nos impone la necesidad de desarrollar un nuevo hábito de protección a la salud que no teníamos, que es el uso de la mascarilla que tiene su rol principal no en evitar que nos contagiemos, sino evitar contagiar a otros. Su uso es un acto solidario y de respeto a la vida y a la seguridad de los otros. La decisión no debería depender que nos guste o no, o de protegerte a ti, sino que se trata de un asunto solidario, de respeto al riesgo y a la vida de la otra persona”, recalca.

Desarrollar el hábito

Para incorporar cualquier nuevo hábito a tu vida necesitarás algo de tiempo y esfuerzo. Por ejemplo, señala que hay unos hábitos sencillos que se pueden adoptar y desarrollar en 30 días. Sin embargo, algunos estudios han revelado que el promedio de tiempo puede ser entre 60 a 66 días.

“Primero implica que tiene que haber una necesidad. A la persona le va a tomar un tiempo en el que desarrolla una rutina donde encadena una secuencia de comportamientos. En la medida en que se repite y se interioriza esa conducta, se convierte en un hábito cuando se consolida ese comportamiento prácticamente automático sin necesidad de pensar o hacer un esfuerzo mental para llevarlo a cabo”, explica el psicólogo, quien además es rector de la Universidad Carlos Albizu.

Cuando nos acostumbramos a hacer algo, nos cuesta mucho menos. Sigue las recomendaciones:

– Comienza el desarrollo de una rutina. Esto conlleva determinar un lugar específico para poner esa mascarilla. Evita que sea en un cuarto y escoge un lugar más accesible para que te puedas familiarizar cada vez más rápido y te sientas mejor con ese comportamiento. La rutina te ayudará a estructurar el resto del día.

– Procura que el lugar o área en donde vas a ubicar la mascarilla sea uno exclusivo y seguro. Toma todas las precauciones de salud al guardarla para evitar contaminar otras áreas y personas.

– Haz una práctica diaria de cómo ponértela y quitártela de manera segura, antes de salir. Dedícale a esto varios minutos. Esto ayudará a encadenar comportamientos, para que luego lo puedas hacer de manera automática.

 Sitienes un espejo, haz este ejercicio de quitártela y ponértela frente a este. Busca la posición más cómoda en la que te permita respirar y sentirte cómodo.

 Identifica el tipo de mascarilla que se adapte más a tu rostro y que te sea más fácil usar.

 Si vives con otra persona, haz el ejercicio de hablarle de cómo son las maneras más viables que le han resultado de hacer este ejercicio del uso de la mascarilla. Buscar el reconocimiento y la validación de los pares sobre la importancia o la forma de usar la mascarilla, va a ser un reforzador externo.

– Las salidas fuera de la casa deben conllevar una planificación. Establece horarios y programa las salidas para realizar diligencias o salir a trabajar. Prepárate 10 minutos antes, busca la mascarilla e identifícala. Esto refuerza la rutina. Si sales con prisa, podrías olvidarla o ponértela de manera incorrecta.

– Como elemento de motivación, puedes personalizar tu mascarilla. Agrégale colores y hazla distinta. Esto ayudará a disminuir la resistencia a su uso, además de consolidar y fortalecer el nuevo hábito de seguridad y protección.

Santana subraya que para que se establezca un hábito, tiene que haber una recompensa, que en este caso sería cada vez que la persona regrese a la casa sienta que cumplió con las indicaciones y que al pasar una semana siga con salud.

“Tiene que reforzarse y decirse lo valioso que ha sido el esfuerzo de ponerse mascarilla, lavarse las manos y el distanciamiento social. Debemos reflexionar y pensar en el valor que ha tenido de la familia, la protección laboral y a la vez otras personas”, comenta a la vez que resalta que si no se desarrollan estos hábitos de protección de salud va a ser más difícil que el país esté en condiciones de avanzar hacia un proceso de reapertura.