Los feminicidios registrados en Puerto Rico durante las pasadas semanas han generado indignación y preocupación. Es de esperarse que la población se sienta vulnerable, por lo que compartimos algunos de los indicadores que identifican a personas potencialmente agresivas. Es nuestra intención aportar a la solución, proveyendo información para que las personas puedan evaluar adecuadamente con quienes se relacionan, particularmente en el plano sentimental. A continuación, presentamos un resumen de los rasgos psicológicos que presentan las personas con un potencial de conducta violenta.
Nivel emocional: La persona potencialmente agresora es usualmente inmadura en el manejo de las emociones, especialmente las emociones de coraje. Se irrita con facilidad y tiende a culpar a otros por sus estados alterados. Muchas de estas personas son explosivas, lo que puede desembocar en un acto agresivo letal.
Nivel conductual: La falta de control de la conducta y de los impulsos físicos es también un signo de que la persona puede ser peligrosa. La persona impulsiva actúa antes de pensar, ejecuta actos no planificados y le toma tiempo percatarse de lo que está haciendo. Existen diversas manifestaciones de la impulsividad; verbal (ej. insultos, gritos), emocional (ej. ridiculizar, humillar) y conductual (ej. empujar, golpear). Con frecuencia vemos más de una manifestación concurrentemente. El abuso de alcohol u otras sustancias exacerba los episodios de impulsividad y torna más peligrosa a la persona.
Nivel mental (de pensamiento). La persona potencialmente peligrosa carece de auto evaluación y culpa a su pareja de lo negativo o problemático que ocurre. Frecuentemente se sienten superiores a su pareja, y exigen que se obedezcan sus mandatos. Sus temas de conversación suelen girar en torno a sus propias necesidades, gustos y aspiraciones sin tomar en cuenta las de su pareja.
Historial de trauma cerebral. La neurología, la neuropsicología y las neurociencias clínicas han descubierto los circuitos cerebrales responsables de la regulación de las emociones y de las acciones y del buen funcionamiento del juicio social. Desde ese contexto, se sabe que ciertos tipos de traumas o alteraciones cerebrales pueden afectar o disminuir parcial o totalmente algunos de estos circuitos. Personas con historiales de abuso físico en la niñez y con historial de trauma cerebral podrían tener problemas con la regulación de estas funciones inhibitorias. Sin embargo, es importante subrayar que estos déficits no justifican la agresión.
Nivel de personalidad: Hay estilos de personalidad que presentan mayor potencial para la agresión hacia otros. Las personas con rasgos antisociales carecen usualmente de la capacidad para sentir compasión o empatía por otras personas. Pueden hacer sufrir a otros sin sentir el dolor ajeno, sin sentir culpa por lo que hace. Este tipo de persona se puede convertir en peligrosa cuando presenta además rasgos narcisistas (se sienten ser superiores a otros y esperan que se le trate de modo especial) y cuando tienen poco control de los impulsos y de las emociones de coraje.
Invitamos a las personas a realizar una evaluación personal de sus relaciones y conversar sobre este tema con sus familiares o personas de confianza. Si entiende que está en una situación de peligro, debe alertar inmediatamente a las autoridades.