Opinión: Identidad personal y “terapias de conversión”

Por Dr. José Pons Madera, Presidente de la Universidad Albizu

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La presentación del Proyecto del Senado 184 para prohibir el uso, por profesionales de la salud, de las denominadas terapias de conversión ha animado el debate sobre la legitimidad y validez de ese tipo de intervenciones.

Entendemos que en esta discusión la ciencia es clara y ha concluido que las intervenciones dirigidas a cambiar la identidad de género u orientación sexual de una persona usualmente afecta el proceso de formación de la identidad personal con efectos negativos a la salud mental de quien las recibe. Por esto, y por la falta de validez científica, estas intervenciones son ampliamente rechazadas por las organizaciones que agrupan a profesionales de la salud mental.

Los estudios realizados y la experiencia clínica nos indica que las “terapias de conversión” perpetúan el estigma, el prejuicio, la discriminación y la violencia por razón de orientación sexual. Esto, debido a que parten de la premisa de que la identidad de género no tradicional y la orientación sexual no heterosexual, constituyen una disfunción mental o un defecto moral.

Sin embargo, desde la década de los setenta la Asociación Americana de Psiquiatría eliminó la homosexualidad como condición de salud mental. Posteriormente, las asociaciones profesionales y las sociedades contemporáneas aceptaron las diferencias en el desarrollo de la identidad de género como algo normal dentro de la diversidad psicológica que existe entre seres humanos.

Entendemos que la identidad de género y la expresión sexual son asuntos de la vida psicológica privada de la persona. Por lo tanto, el rol de los y las profesionales de la salud mental es apoyar el proceso de exploración psicológica y de consolidación de la identidad de la persona. Intervenir forzosamente en este proceso puede considerarse una práctica contraria a la dignidad y bienestar del ser humano que a su vez puede constituir maltrato psicológico.

El proyecto propuesto intenta salvaguardar y proteger al ciudadano menor de edad de intromisiones injustificadas en su proceso de exploración, experimentación, decisión y consolidación de la identidad. El proyecto reafirma el derecho de todo ciudadano de convertirse en la persona que desea ser. Una compleja combinación de factores biológicos, psicológicos y ambientales determinan el camino a seguir en el desarrollo de la identidad personal. Sea cual sea ese camino, es importante fomentar el respeto al ser humano.