– ¿Cuéntanos tu trasfondo?
Desde que comencé mis estudios en el campo de la psicología, me ha apasionado el
entender el comportamiento humano y las formas en las que podemos mejorar, sobre todo,
en la salud mental. Completé mi bachillerato con honores y decidí continuar con una
Maestría en Consejería Psicológica en la Universidad Albizu, Recinto de San Juan.
Durante mi maestría, no solo he adquirido conocimientos teóricos, sino que, también he
tenido la oportunidad de aplicarlo en lo que son contextos prácticos a través de la
práctica clínica en el Centro Buen Pastor. Recientemente, he sido aceptada en el programa
de Doctorado de Psicología en Consejería Psicológica en la Albizu, lo cual
me llena de satisfacción y de mucho entusiasmo para seguir fortaleciéndome en mis estudios y
en mi capacidad para ayudar a otros.
– ¿Qué te motivó a ser asistente de cátedra?
Mi interés es compartir mis conocimientos y mis experiencias con otros
estudiantes. Siempre he creído que la educación es un pilar fundamental para lo que es el
desarrollo personal y profesional de cada uno de nosotros. Al convertirme en asistente de
cátedra en el curso de Cognitive Asessment, vi una oportunidad para enriquecer el
aprendizaje de mis compañeros y futuros colegas. Incluso a través de mis conocimientos,
ayudar a comprender conceptos complejos; guiándolos en ese proceso de desarrollo académico
por el cual yo también pasé. Además, ser asistente de cátedra me permitió fortalecer mis
propias habilidades de lo que es la enseñanza; de lo que es la comunicación y la paciencia,
preparándome para mi futura carrera como psicóloga. Siempre he soñado que, además de ser
psicóloga, me gustaría también, adentrarme en la docencia dentro de la carrera.
– ¿Cuál es tu mayor logro?
Mi mayor logro ha sido culminar con éxito mi práctica clínica en el Centro Buen
Pastor. Durante estas prácticas definitivamente ha sido un proceso enriquecedor, al
trabajar con una variedad de casos complejos que me desafiaron a aplicar mis
conocimientos de manera práctica, pero de manera efectiva. Este logro no solo
reafirmó mi vocación, sino que, también me proporcionó lo que es una profunda
satisfacción personal al ver el impacto positivo de mi trabajo en la vida de otras personas.
– ¿Cuál ha sido tu mayor reto?
El mayor reto ha sido manejar el equilibrio entre las demandas académicas, las
responsabilidades de mi práctica clínica y mi rol como asistente de cátedra. Este
equilibrio requirió una gran cantidad de planificación, organización, y a veces, sacrificios
personales. Hubo momentos en los que las fechas de entrega y los compromisos se
superponían, generando niveles muy altos de estrés. Sin embargo, este reto, también, me
enseñó la importancia de manejar correctamente el tiempo y, sobre todo, desarrollar
resiliencia en el proceso. En dicho proceso aprendí a priorizar las tareas, delegar
responsabilidades cuando era necesario y mantener un enfoque positivo;
incluso en los momentos de alta.
– ¿Qué reflexión nos puedes compartir sobre este proceso?
En reflexión sobre mi experiencia como asistente de cátedra puedo compartir la importancia de la
autocompasión y el cuidado personal en nuestra formación y en nuestra práctica profesional. Sin
duda alguna, en el campo de la psicología a menudo nos enfocamos tanto en ayudar los demás
que olvidamos cuidar de nosotros mismos. Nos enfocamos en nuestras responsabilidades y
olvidamos ese detalle. He aprendido que es fundamental mantener un equilibrio saludable en el
trabajo y la vida personal. Además, la autocompasión es la clave para evitar el agotamiento
profesional.
Definitivamente, cada experiencia, ya sea un reto o un éxito, es una oportunidad de aprendizaje.
Lo más importante es mantener una actitud abierta y receptiva, para permitir crecer
continuamente, mejorar como personas y profesionales.