Miles de niños y jóvenes en edad escolar se enfrentan este año a un verano diferente que podría ser una gran oportunidad. Con la flexibilización en las medidas de confinamiento y el regreso paulatino a la normalidad, este verano representa para muchos de nuestros niños una buena ocasión para comenzar a atender el rezago académico y social causado por la pandemia y por las diferentes crisis que ha atravesado Puerto Rico y el sistema de educación. Las experiencias académicas de verano pueden ser el comienzo de un proyecto de remediación a largo plazo para subsanar las deficiencias académicas de nuestros estudiantes y atender sus necesidades emocionales.
Conocemos que el rezago académico trasciende el plano académico ya que tiene efectos adversos al auto concepto y la auto estima del estudiante. Estos efectos adversos, a su vez, activan emociones displicentes tales como tristeza, angustia, y en caso más severos ansiedad, depresión, entre otras. El estrés que genera la situación escolar al potenciar el componente emocional impacta el desempeño del estudiante, por lo que ambos asuntos están estrechamente vinculados. Por tanto, las estrategias para atender el rezago escolar de nuestros estudiantes deben partir de un enfoque integrativo de corte psicoeducativo y biopsicosocial. El proceso educativo debe tener en cuenta la fatiga y el agotamiento que pueden experimentar algunos de los estudiantes e incorporar técnicas para evitar que los efectos emocionales aumenten.
Recomendamos a los profesionales de la educación y a los padres a dirigir las técnicas de enseñanza para el desarrollo de destrezas de estudio del estudiante. Además, recomendamos complementar las intervenciones académicas con técnicas dirigidas a promover el bienestar emocional del estudiantado incluyendo la recreación, la sana alimentación, el descanso y la relajación. Estas deben considerarse en el plan remediador. También es imprescindible prestar particular atención a aquellos estudiantes que reflejen un cuadro emocional con mayor deterioro, y poner a su disposición servicios individualizados para el manejo adecuado de sus retos emocionales. Estas dificultades se pueden manifestar mediante aislamiento, falta de energía o motivación para aprender, conducta inusualmente oposicional o desafiante, irritabilidad o episodios de coraje, falta de control no antes observado, o actitudes o conductas que denoten falta de apego a la vida, al estudio o a sus amigos y familiares. Las últimas de estas señales pueden progresar hacia una tendencia suicida.
Atender el rezago escolar de modo integral es crucial para el éxito y el bienestar emocional de nuestros niños y jóvenes y para el futuro de nuestro país.