Cuando hablamos de trauma nos referimos a una experiencia que el ser humano en cualquier etapa de su desarrollo y en cualquier momento de su vida puede vivir como amenazante para su supervivencia. El trauma provoca que nuestro cuerpo reaccione ante el peligro y ante la amenaza. El trauma en etapas muy tempranas del desarrollo puede quedar como huellas grabadas para el resto de la vida, aunque sólo hayan ocurrido una vez. Cuando los niños sufren malos tratos, abandono, rechazo, negligencia y abuso por parte de personas que deberían ser quienes les protejan -como los mismos cuidadores o familiares en quienes confiaban- estas experiencias tienen un efecto sobre su desarrollo y personalidad.

Dra. María I. Álvarez, Psicóloga del Programa de Apoyo a Víctimas de Abuso Sexual y sus Familias (PAF) de la Universidad Albizu

El problema principal que provocan las experiencias traumáticas es que continúan estando presente en la mente pero pueden ser una oportunidad para aprender de las mismas.  El trauma puede afectar nuestra memoria de maneras que nos damos cuenta, pero de igual forma afecta de forma inconsciente, sin darnos cuenta. En esta última, podemos tener reacciones físicas, emocionales y conductuales como reacción al trauma, sin darnos cuenta. En otros momentos, el recuerdo viene de forma explícita a través de memorias incomodas del evento, sueños, pesadillas, entre otros. El trauma provoca que tengamos dificultad en expresar lo que nos pasó, que olvidemos partes de lo que paso, que desarrollemos miedo a personas y lugares con ciertas características y que sintamos que esa experiencia sigue estando presente.

Muchas personas piensan que están predeterminadas a vivir con los efectos del trauma. A ellas les digo:  No, no lo estás. Podemos cambiar nuestro presente y nuestro futuro. Lo que ocurre con el trauma, es que la persona está volviendo a vivir en el presente un evento negativo del pasado. Esto se puede cambiar con terapia. La investigación demuestra que no importa qué es lo que haya pasado en la vida de una persona, lo dura que haya sido su infancia u otros acontecimientos traumáticos vividos, tenemos la capacidad de recuperarnos y permanecer en equilibrio. A esta capacidad se le llama resiliencia. Parece ser que lo importante, independientemente de lo que haya pasado, es poder dar sentido a lo que ocurrió. Por eso, te recomendamos que si has experimentado algún trauma, busques ayuda. Las Clínicas de la Albizu pueden ser una alternativa.